La devoción al Sagrado Corazón de Jesús tiene sus primeras manifestaciones con Santa Gertrudis en el siglo XIII cuando en una visión, Nuestro Señor le permitió descansar su cabeza en la Llaga de Su costado. Cuando escuchó el palpitar de Su Corazón le preguntó a San Juan Evangelista –que también estaba presente– si había escuchado lo mismo en la Última Cena cuando se reclinó sobre el pecho del Señor y por qué no lo relató en su Evangelio. San Juan contestó que la revelación del Sagrado Corazón de Jesús estaba reservada para tiempos posteriores cuando el mundo necesitara ser reavivado en el amor debido a su frialdad. Más adelante, se cumpliría lo dicho por Juan Evangelista con Santa Margarita María de Alacoque.
En las múltiples visiones que tuvo Santa Margarita, Nuestro Señor le dijo que: (a) deseaba que su Amor y los tesoros de su bondad fueran conocido y difundidos a toda la humanidad; (b) pidió ser honrado con la imagen de Su corazón de carne; (c) apareció radiante de amor y pidió que se practicara una devoción de amor expiatorio: la comunión frecuente, la Comunión cada Primer Viernes de mes, y la observancia de la Hora Santa; (d) en la llamada “gran aparición” Jesús le dijo: “Mira el Corazón que tanto ha amado a los hombres… en vez de gratitud, de gran parte de ellos yo no recibo sino ingratitud” y le pidió que se instituyera una fiesta litúrgica de desagravio el viernes después de la Octava de Corpus Christi. Pocos días después de la “gran aparición” Margarita María informó todo lo ocurrido al Padre jesuita Claudio de la Colombière –su Director Espiritual, ¡y eximio Director!– y este último, reconociendo la acción del Espíritu Santo en esa Revelación, se consagró él mismo al Sagrado Corazón.
El Papa Beato Pío IX extendió esta fiesta litúrgica a la Iglesia Universal en 1856. Eventualmente, el 11 de junio de 1899, por orden de León XIII, y con una fórmula prescrita por él, toda la humanidad fue solemnemente consagrada al Sagrado Corazón.
En su diario escribe Santa Margarita. “El amable Corazón de Jesús tiene un deseo infinito de ser conocido y amado de sus criaturas, en las cuales quiere establecer su imperio como fuente de todo bien con el fin de mirar por sus necesidades… Me ha prometido con frecuencia que los que fueren devotos de su Sagrado Corazón no perecerán jamás y que, como Él es la fuente de todas las bendiciones, las distribuirá con generosidad en donde fuere expuesta la imagen del amable Corazón para ser amado y honrado”.
“Mi Divino Corazón está tan apasionado de amor a los hombres que, no pudiendo contener en sí mismo las llamas de su ardiente caridad se ve precisado a comunicárselas y a manifestarse a ellos para enriquecerles con sus preciosos tesoros” (Nuestro Señor a Santa Margarita María, primera aparición).
De ahí las 12 promesas del Sagrado Corazón de Jesús a quien honre su divino Corazón: las gracias necesarias para el estado propio; paz a las familias; consuelo en las aflicciones; refugio en la vida y a la hora de la muerte; abundantes bendiciones en las empresas; fuente de misericordia para los pecadores; los tibios se harán fervorosos; los fervorosos se harán cada vez más perfectos; bendición en las casas donde esté expuesta Su imagen; los sacerdotes moverán los corazones más duros; el nombre de quien propague la devoción estará escrito en Su Corazón; quien comulguen nueve primeros viernes consecutivos obtendrá la gracia de la perseverancia final.
Es propio de esta devoción mover nuestro corazón en compasión por Jesús sufriente y ofrecer nuestras Comuniones en reparación por las ofensas a su Divino Corazón, así como actos de desagravio.
El mismo Papa León XIII para reparar las ofensas al Sagrado Corazón de Jesús autorizó las Letanías al Sagrado Corazón –de una riqueza teológica única– (librito de Oraciones de Miles Christi #50) y compuso el texto de Consagración al Sagrado Corazón (que más tarde Pío XI lo repetiría con la instauración de la fiesta de Cristo Rey) (librito de Oraciones de Miles Christi #51). También el Papa Pio XI en la carta encíclica Miserentissimus Redemptor hace un acto de reparación al Sagrado Corazón de Jesús (librito de Oraciones Miles Christi #82). Estos textos son un profético anticipo de la apostasía que la humanidad ha tomado en los tiempos modernos mientras se alejan de la adoración al Sacratísimo Corazón de Jesús.
“¡Alabado sea el Corazón divino, causa de nuestra salud; a Él se entonen cánticos de honor y de gloria por los siglos de los siglos!” (Oración del librito #51) Amén.